Sergio Massa va por los desencantados pero necesita un guiño de Cristina para demoler a Juan Grabois

El ministro comenzó a hablarle al electorado que en 2019 eligió a Alberto Fernández pero que se esfumó por la gestión. La convocatoria a la militancia y el crecimiento de Grabois que sólo la Vicepresidenta puede frenar. 

En una semana en la que desembarcó con mucho despliegue en el Conurbano, Sergio Massa dejó de lado por un rato el curso acelerado de kirchnerización al que se sometió desde que fue elegido como precandidato con el objetivo de solidificar el voto duro K. Así planteó el flagelo de la inseguridad y se puso al frente de una autocrítica que pone el foco no sólo en las falencias del Gobierno, sino en su propia responsabilidad por estar al frente del manejo de la economía

Se trata de dos ejes que hasta el momento no habían formado parte de su repertorio discursivo, centrado sólo en la confrontación con la oposición, y que obedecen a la estrategia de ir en busca de los desencantados que votaron en 2019 al Frente de Todos, pero que producto de la gestión optaron por otras opciones en las legislativas de 2021 ó se unieron a la sangría en el último año y medio.

Hay en esos 15 puntos una porción todavía recuperable en una eventual elección general polarizada con Patricia Bullrich ó Javier Milei. Pero sólo con eso, saben cerca de Massa, no alcanza.

A la caza del voto de Grabois

Antes, de cara a las PASO, el ministro tiene que ampliar el caudal de los que ya optan por Unión por la Patria pero que eligen primero a Juan Grabois: “Necesitamos que dos o tres puntos de él migren ya y no esperen hasta las generales. Son fundamentales para que Sergio sea el candidato más votado en las primarias y eso nos deje al borde del balotaje”, dice una alta fuente massista al tanto de los movimientos de campaña, que sin embargo expone que está fuera del alcance del tigrense: «Él no se puede endurecer más, la única que puede lograr que eso pase es Cristina».

En criollo, Massa necesita que la vicepresidenta, más allá del apoyo gestual que hizo desde el 24 de junio y los tres actos que compartieron, se meta de lleno desde lo discursivo en la convocatoria a su electorado a votar directo al tigrense.

Y desinflar la expectativa de que el voto más radicalizado de la coalición expresará su perfil principista en agosto y que recién en octubre optará por el pragmatismo que le impondrá la posibilidad de que gane la oposición.

«No nos sobra nada, no nos podemos arriesgar a quedar segundos, hay que generar conciencia de lo que puede ocurrir», dice otro dirigente involucrado en la campaña y de confianza del tigrense. «Sería una catástrofe, a octubre llegamos con la lengua afuera», grafica.

Es un gesto que, por otra parte, Massa no le puede pedir abiertamente a Cristina y que incluso está claro si la vice tendría la intención de cumplir. Sobre todo a sabiendas de que la declinación que se le exigió al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, impactó fuerte en la militancia, que encontró en Grabois una vía de escape como paso previo a votar un dirigente que, aunque agarró «la papa caliente», como le reconoce Cristina- hasta 2018 planteaba quitarle los fueros para que pueda ser detenida.

Pero a todo eso se suma que otra de las razones esgrimidas para dejar competir al líder del Frente Patria Grande, cuando se alcanzó la fórmula de unidad Massa-Agustín Rossi, fue para garantizar que no se rompiera el frente político que se armó en 2019.

El reclamo de «fair play» del dirigente social

Grabois, que había amenazado con jugar «por afuera» si no le abrían la PASO, ya advirtió el favoritismo por el tigrense y este lunes reclamó «fair play» (juego limpio) en una entrevista en LN+, visibilizando el rigor que ya siente.

En privado, a sus íntimos y no a los periodistas, ante quienes se jacta de no hablar nunca en off porque dice «siempre lo mismo que en on», plantea conceptos más duros al respecto. En este contexto, un pronunciamiento de Cristina tan rotundo en su contra sería un límite.

Por lo pronto, tras su queja, a Grabois le confirmaron la foto que se sacó este jueves en Berisso junto al gobernador Axel Kicillof, quien no hace nada sin el aval de la vice.

En el búnker de UxP aseguran que los sondeos hoy ubican al oficialismo con un piso de 32 puntos, pero genera alarma que Grabois quede más cerca de los 10 puntos y que deje a Massa por debajo de 22 puntos, una cifra en la que en el búnker de UxP consideran bisagra: los sondeos que manejan hoy ubican a Patricia Bullrich superando ese número.

La apuesta por polarizar con Bullrich

Un dato para tener en cuenta a la hora de analizar la información que sueltan desde allí: en el oficialismo eligen polarizar con la ex ministra de Seguridad y apuestan a erosionar a Horacio Rodríguez Larreta porque, entienden, comparte una porción de su electorado con Massa.

Son los desencantados de la clase media que no quieren extremos. «Serán tres ó cuatro puntos, pero están ahí», razonan. A ese grupo le comenzó a hablar Massa esta semana, tras su período de kirchnerización extrema.

Primero, en un acto con Kicillof, donde instó a la militancia «a buscar a aquellos que en algún momento se desilusionaron». «Díganles que cometimos errores, que asumimos nuestras culpas y que les pedimos disculpas», lanzó en un mensaje autocrítico que continuó este miércoles en su visita a la CGT, donde al hablarle a los «compañeros desilusionados» admitió que al Gobierno le «faltó determinación» para garantizar la recuperación del salario.

Otro punto que ya comenzó a explorar Massa es a los decepcionados por la falta de respuestas en materia de seguridad. Es un tema que el tigrense conoce bien porque fue clave en sus plataformas de campaña como jefe del Frente Renovador pero que debió cajonear desde que regresó al kirchnerismo.

«Invertir en seguridad es defender la Patria», dijo -con un guiño a la interna- y se comprometió a «poner la cara» en esa lucha. Por ahora se guardará propuestas del pasado, como la baja de la edad de imputabilidad y la reforma del Código Penal.

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