El agua de la Tierra, buena razón para llamar a nuestro mundo el “planeta azul”, viene de más lejos de lo que se pensaba.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Scientific Reports, presenta una hipótesis para explicar lo que tuvo que pasar a fin de que la Tierra se convirtiera en el “planeta azul”. En pocas palabras, el que tengamos en este mundo agua se hizo posible gracias a cuerpos ubicados en las regiones más distantes del Sistema Solar.
Con más detalle, la propuesta de los científicos a cargo de esta investigación es que es probable que millones de fragmentos de asteroides procedentes de regiones del Sistema Solar, alejadas del Sol, aportaran una cantidad considerable del agua que hay en los océanos de la Tierra hoy. Pero, siguiendo con la hipótesis, esto habría sido posible porque los componentes básicos del Sistema Solar ricos en agua se formaron más tarde, más lentamente y a temperaturas más bajas.
Una lejana razón
Contrariamente a lo que pasaba en los confines del Sistema Solar, los planetesimales del interior de este sistema planetario apenas contenían poca agua y hielo, porque se formaron con mayor rapidez y a temperaturas más elevadas.
Esta hipótesis viene de los análisis que los autores de la publicación realizaron sobre meteoritos ricos en carbono, cuyos cuerpos progenitores debieron formarse lejos del Sol. Igualmente, se hizo necesario revisar rocas aún más jóvenes que se formaron 3,7 millones de años después del nacimiento del Sistema Solar.
Con esto estaría dándose una explicación más fuerte a cómo llegó el agua hasta la Tierra y otros planetas del Sistema Solar. Si está condición no se hubiera presentado, la vida no sería posible.