Los carteles anónimos en la vía pública con la cara del presidente del PJ neuquino, Darío Martínez, y con el Titanic hundiéndose de fondo, fueron el síntoma de debate interminable y lleno de grietas, como consecuencia de la pésima elección que hizo el Frente de Todos en la provincia de Neuquén.
Para muchos, la chicana es la oportunidad de rearmarse, de cara a las elecciones legislativas y presidenciales, donde el FdT piensa que es otra elección, más despolarizada del debate que tuvo el MPN entre los azules y el quiebre con Rolando Figueroa.
Los carteles con la leyenda “los padres de la derrota”, con la cara de Martínez y el ex candidato a intendente Daniel Figueroa (quien pidió bajarse a la banca de concejal) encendieron los cruces entre peronistas, incluso con los que se fueron con Figueroa. El barco hundiéndose matizado en las caras de los dos referentes del PJ –en la gráfica callejera- generó bromas por lo que los carteles fueron tapados con pintura blanca en menos de 24 horas.
La agresividad y la chicana, de quien gastó unos pesos de manera anónima en dar el mensaje de que el caudal de votos del PJ y el kirchnerismo tocó un piso en las últimas elecciones, se sabrá con el correr de los días.“Hay pocas imprentas y nos conocemos todos”, dijo un referente, ofuscado por la situación de quienes “no dan la cara”.
En números, la polémica se traduce en los siguientes. El FdT sacó 44 votos menos que en 2019, más allá del crecimiento del padrón de votantes. La fórmula, que llevaba a Ramón Rioseco y Ayelén Gutiérrez como candidatos a gobernador y vice, obtuvo 52.560 votos (12,71%) y perdió más de 12 puntos con respecto a 2019, cuando el mismo candidato sacó 96.700 votos (24,95%).

Los tuits del PJ neuquino luego de las chcianas de los carteles generaron debate interno, al menos en las redes.
El cisma no es otra cosa que la división de quienes optaron por irse con Marcos Koopmann y con Figueroa. Y así, vaciaron de sufragios a Rioseco, que salió en un cómodo tercer lugar. “Hay que dar discusiones de cara a lxs afiliadxs y la gente. Tengan la valentía de firmar el cartelito, y de bancarse el vuelto… Y de poner al abuelo de la derrota”, dijo Edgardo Maluf en su cuenta de Twitter, un peronista más cerca del Movimiento Evita.
La metáfora del “abuelo” es clara y pone sobre la mesa la grieta dentro del PJ entre el senador Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y Darío Maetínez, quien hoy tiene el control de los Congreso provincial del PJ de Neuquén.
A Parrrilli se lo sindica como el “autor intelectual” del armado de la derrota, pero no aparece en la carcelería del Titanic. La interna la ganó Martínez, pero el contexto político no es el mejor.

El sector, en su momento, intentó edificar el albertismo en Neuquén, con un fracaso rotundo. Y Parrilli, sin mucha fuerza orgánica, se respalda en Cristina, con una militancia disgregada que conduce.Pero la cara del empresario Daniel Figueroa al lado de Martínez, tiene otros bemoles en la disonante partidura del peronismo provincial.
A Daniel Figueroa un sector del PJ le dijo que no podría bajarse como concejal, tras la derrota en la ciudad de Neuquén. No porque no pudiera, sino porque la debilidad de los números opacó la legitimidad de su pedido (ya concreto).
No llegó al 3% de los votos (obtuvo 4641 sufragios con el 2,68%) y mientras que Fabián Ungar sacó 5711 votos y alcanzó el 3,3%. Una pelea por legitimidad que llegó al TSJ pero que no tiene pinta de no correr con buena suerte.
En Neuquén, la torta del peronismo se da vuelta tantas veces y tan rápido, que nadie alcanza a acomodarse para planear una devolución de gentilezas. Como la de las manos manchadas con engrudo en los carteles del Titanic que se hunde.
Fuente LMN