El luminoso paso de Kelvin Kiptum por la Tierra: iba por la mayor hazaña del maratón y un accidente terminó con su vida

Cuando Samuel Wanjiiru ganó el maratón olímpico de Beijing en 2008 con 21 años y récord de los Juegos (2h06m32) –siendo así el más joven campeón desde la época de nuestro Zabalita- el mundo de la distancia reina del gran fondo estaba abierto para él. En esa impresionante cantera de talentos que surgen de las altiplanicies de Kenia, Wanjiiru asomaba como el más talentoso de todos. Tres años más tarde estaba muerto, tras un accidente doméstico del que nunca se aclaró nada (inclusive, con versiones de asesinato). Surgidos también de la más extrema pobreza y en las más duras condiciones, los talentos keniatas cubren y dominan desde hace décadas el ambiente de las grandes carreras internacionales, pero el “otro lado” también suele ser muy triste. Como le sucediera a Henry Rono, el autor de una seguidilla inigualable de récords mundiales en pista a fines de los 70, y que poco después fue demolido por el alcoholismo. O los casos de doping que ensombrecieron tantas conquistas en tiempos recientes…

Lo de Kelvin Kiptum va por otro andarivel. Una auténtica catástrofe. Dispuesto a consumar la mayor hazaña contemporánea del maratón (se propuso bajar las 2 horas dentro de dos meses en Rotterdam y luego buscar el oro olímpico en París), un accidente automovilístico terminó con su vida este domingo.

Tal vez haya que retroceder casi medio siglo, hasta mayo de 1975, para recordar una tragedia automovilística que se llevó la vida de un astro en plenitud: en aquel caso, Steve Prefontaine, el más carismático mediofondista del atletismo USA.

Kelvin Kiptum, a sus 23 años, corrió sólo tres maratones en su vida, una mejor que otra. Y la última, en octubre, le permitió quitar de la tabla de récords nada menos que al más grande de la historia, su compatriota Eliud Kipchoge (Abebe Bikila también entra en esa liga…).

El duelo Kipchoge (40)-Kiptum prometía ser uno de los más apasionantes en París, pero nunca lo veremos.

El récord de 2 horas y 35 segundos establecido por Kiptum en la Ciudad del Viento, aprovechando el circuito, el clima y también un calzado ultramoderno, lo convirtió en una celebridad en su país, con una multitud que lo recibió en Nairobi hasta trasladarse a su casa en el sureste.Kelvin Kiptum logro el récord en Londres. 
Foto: AFPKelvin Kiptum logro el récord en Londres. Foto: AFP

Kiptum era entrenado por Gervais Hakizimana, un ex corredor ruandés, quien trató de atenuar su feroz ritmo de acumulación de kilometraje. “Lo conocí cuando era chico, un campesino que iba descalzo por el campo y ayudaba en la granja de su padre”, contó el hombre.

Desde aquel momento construyó su pasión por las carreras –tenía como punto de referencia a un primo, compañero de entrenamientos de Haile Gebrselassie- pero tuvo que convencer a su padre para que le dejara seguir (en lugar de estudiar para electricista).

Kiptum no disponía de medios siquiera para zapatillas de bajo costo, ni tenía una pista cercana donde realizar sesiones de velocidad. “Empecé a entrenar fuerte en carretera y decidí encarar pronto el maratón”, contó alguna vez, una determinación un tanto sorprendente. Audaz, ya que los corredores de fondo recién se animan a la distancia mayor una vez que adquieren consistencia, experiencia y madurez en distancias que van desde los 5.000 metros hasta el medio maratón.

El propio Hakizimana le pidió varias veces que “baje un cambio” y no acelere su progresión: “Entrena mucho y corre peligro de lesionarse. Le dije que fuera más pausado, pero no quiere. Si insiste en entrenar tanto, en cinco años estaría terminado para el atletismo. Y en este deporte, para durar, hay que ser paciente, calmarse”.

Mientras las sesiones semanales de un astro como Kipchoge oscilan entre los 180 y 220 kilómetros semanales, Kiptum llegó a tener sesiones de 250 kilómetros. antes de su récord en Chicago.Eliud Kipchoge y el duelo que no será en París, tras la muerte de Kiptum
Foto: AFPEliud Kipchoge y el duelo que no será en París, tras la muerte de Kiptum Foto: AFP

Pero siempre lo tomó como un modelo de atleta: «Cuando era pequeño veía a Eliud entrenar y me decía, ‘un día, una vez, seré como Eliud‘. Él fue un ejemplo para nosotros», contó Kiptum tras su récord.

Como tantos corredores keniatas, se prodigó en pruebas de cross y calle en su juventud, aunque sin mayores resultados. Empezó a competir con cierta regularidad en 2016 y dos temporadas después ya ganaba en 1h02m01 un medio maratón en la altitud de Eldoret, el “templo” de los fondistas keniatas y cerca del sitio de la catástrofe de este domingo.

A sus 20 años, Kiptum ya corría el medio maratón por debajo de una hora (59m53 en Belfort, Francia), tras acercarse a esa marca semanas antes en Copenhague. A fines del 2020, tras la inactividad por la pandemia, quedó 6° en el medio maratón de Valencia con un registro personal de 58m42 y luego corrió la misma distancia al ganar en (59:35) y ocupar el octavo puesto otra vez en Valencia (59:02).

En 2020 el Covid nos encerró en Kenia, me quedé allí un año y le entrené en el bosque. Corrí con él y luego empezamos un programa de maratón en 2022”, contó el entrenador.

Kiptum tuvo un debut espectacular como maratonista en diciembre de 2022 en Valencia con 2h01m53. Por supuesto, el debut más rápido de cualquier corredor en la historia de esta prueba. En abril del 23 logró el maratón de Londres con 2h01m25, insinuando que el récord de Kipchoge estaba cerca. Y finalmente, Chicago. Tres de tres en su breve y fulminante recorrido maratoniano, tres grandes y el plus de superación en cada una:

En Chicago volvió a cubrir la segunda mitad en un ritmo más veloz que la primera y dejó atrás el récord que Kipchoge había establecido un año antes en Berlin con 2h01m09. Sus parciales de segundo tramo son asombrosos: 59m45 en Londres, 59m47 en Chicago. Y en este último caso, corriendo hacia el récord en solitario, ya que su compatriota Benson Kipruto, en el segundo puesto, marcó casi tres minutos más.

Se había concentrado tres meses, acumulando kilómetros en la altitud de Chepkorio y las llanuras de Kerio Valley, en Kenia.

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